[COLUMNA] Ni nivelación ni reforzamiento: consideraciones pedagógicas para la vuelta a clases 2021

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Activando la Resolución de Problemas en las Aulas

Por Sofía Urrutia; Coordinadora ARPA Ciencias Sociales

El año escolar 2020 estuvo repleto de desafíos. Desde marzo, con el cierre de las escuelas y el paso –más o menos accidentado- a la educación a distancia, los equipos escolares dieron muestras de una gran capacidad de adaptación, de gestión y de creación, y merecen todo el reconocimiento posible por ello.

Estamos a fin de año, y aún reinando la incertidumbre a propósito del año entrante, las escuelas de todo el país están ya proyectando lo que será el primer hito del 2021: el inicio de las clases el lunes 1 de marzo. Toda la complejidad logística que supone asegurar las condiciones sanitarias propicias, vendrá acompañada de un legítimo anhelo de retomar los procesos detenidos. Así, “recuperar el tiempo perdido”, “ponerse al día”, “hacer nivelación”, “reforzamiento”, o “restituir aprendizajes” son expresiones que estarán en el lenguaje de los equipos escolares y del debate público. Desde la Iniciativa ARPA vemos aquí un tremendo desafío pedagógico, porque sospechamos que detrás de estas expresiones puede haber maneras de entender el aprendizaje como un proceso lineal, es decir, la creencia de que se puede comenzar desde un punto cero, llegar a un nivel deseado y luego seguir adelante en una progresión que va siempre en aumento. 

Desde los antecedentes que manejamos, nos permitiremos dejar planteadas algunas interrogantes que inviten al debate, dado que no existen respuestas únicas y el desenlace está abierto.

Sabemos que las escuelas deben presentar al MINEDUC sus planes de retorno hasta el 8 de enero. Si una escuela no puede asegurar el cumplimiento de aforos según las medidas de sus salas (lo que suponemos ocurrirá en gran parte de las escuelas), se deben separar los cursos en jornadas alternadas (mañana-tarde, días o semanas alternadas). Nos preguntamos: ¿Qué criterios regirán para hacer esta separación de los y las estudiantes? ¿Cómo evitar que la división de cursos reproduzca las brechas ya existentes?  

Sabemos también que los planes de retorno deben considerar como uno de sus pilares la recuperación de aprendizajes. La Agencia de Calidad de la Educación pondrá a disposición de las escuelas un instrumento de diagnóstico integral de las y los estudiantes que aborda la adquisición de habilidades de lectura, matemáticas y aspectos socioemocionales, y que debe ser aplicado durante las primeras semanas de marzo. Se ha ofrecido entregar a las escuelas los resultados de estas evaluaciones, acompañados de orientaciones para el uso de esta información. Nos preguntamos entonces, ¿Qué tipo de preguntas encontraremos en este instrumento de diagnóstico? ¿Qué características tendrán las orientaciones para el uso de los resultados? ¿Estarán los y las estudiantes etiquetados según niveles de logro? ¿Cómo se apoyará a las escuelas para traducir esta información y generar planes que acojan la diversidad de momentos en que están los y las estudiantes? 

Sigamos. ¿Qué estudiantes requerirán “nivelación”? En septiembre de este año el MINEDUC estimó que un 10% de los y las estudiantes no tuvo contacto alguno con la escuela y presentaba un alto riesgo de deserción, aunque recientes estudios indican que este porcentaje es muy variable y bastante más complejo que sólo la presencia o ausencia de contacto con la escuela. Para este grupo se impulsó el plan “Aún estamos a tiempo”, que pretendía retomar en 50 días el vínculo con la escuela y las rutinas de aprendizaje y fomento del bienestar, y cuyo impacto aún no conocemos. Por otro lado, los y las docentes perciben que el gran grupo de estudiantes que sí tuvo vínculo con la escuela estuvieron distraídos, sometidos a muchos estímulos externos, y situaciones complejas que afectaron su concentración y aprendizaje . Todo esto para decir que, más que nunca, tendremos estudiantes de un mismo curso que presentarán disposiciones muy diferentes para aprender y que necesitarán apoyos de diversa índole. ¿Cómo se hará converger los apoyos focalizados (individuales, grupales) con los apoyos colectivos (todo un curso o nivel)? ¿Qué tiempos e instancias de colaboración se ofrecerá a los y las docentes para encarar la titánica tarea de preparar secuencias de aprendizaje y materiales que permitan a todos y todas avanzar?

Finalmente, sabemos que la priorización curricular se mantiene vigente durante todo el año 2021, con un recorte importante de contenidos pero habiendo mantenido el foco en las habilidades transversales y disciplinares. Aquí hay un camino posible de seguir y que nos parece clave. Para la Iniciativa ARPA pensar en una educación que potencie el desarrollo de habilidades implica alejarse de las visiones lineales del aprendizaje, y apostar por actividades que pongan en juego diferentes competencias e incluso diferentes disciplinas al mismo tiempo; actividades que permitan que los estudiantes interactúen, se retroalimenten y aprendan juntos, lo que beneficia a todos y especialmente a quienes puedan tener más dificultades; actividades que tomen el contenido como un medio para practicar un procedimiento, para proponer una solución, para argumentar una posición. 

Si el 2020 nos enseñó que había cosas que tenían que cambiar, creemos que el 2021 no debe ser el año de recuperar lo que teníamos tal cual como estaba, sino un tiempo de aplicar lo aprendido en las escuelas. Nosotros, en ARPA, aprendimos que sí podíamos activar la resolución de problemas de forma remota, y vimos a profesores y profesoras planificar problemas y preguntas desafiantes que se hicieron por email, por Whatsapp, por teléfono y por  chat; vimos a estudiantes escribir cartas, reseñas, y columnas de los más diversos temas; mirar por su ventana para ver los cambios que había afuera; dibujar mapas y hacer videos explicando cómo calcular la cantidad de gente en las calles. También vimos a profesoras de escuelas rurales y urbanas promover la comunicación entre sus estudiantes; favorecer su autonomía sin entregarles respuestas correctas; dejarles que tomaran los caminos que creyeran correctos y ofrecerles retroalimentación de manera oportuna y situada. Finalmente, vimos plenarias en que los y las  jóvenes opinaban sobre el trabajo de sus compañeros y compañeras, reconocían cómo mejorar sus propios trabajos y conectaban con otras situaciones de la clase o de sus contextos. ¿Cómo no creer que ahí hay un camino posible?

Pensar en una educación que pone en el centro las habilidades es una gran oportunidad de repensar la manera de enseñar y de aprender, y el 2020 permitió grandes avances en ese sentido. Invitamos a las comunidades escolares a considerar estas preguntas y a tomar decisiones que aseguren el bienestar de sus comunidades y el aprendizaje para todas y todos los niños. 

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